Por Mónica Miranda
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3 de abril de 2020
Habitualmente el estado mental de las personas está relacionado con el nivel de orden de los espacios que habitan. Así, en épocas de estrés o desánimo, el desorden y el caos campan a nuestro alrededor. Nos falta la energía o la concentración para cuidar lo que nos rodea. Es como si el espacio exterior en el que nos movemos fuera un reflejo de nuestro mundo interior de pensamientos y emociones. La desorganización, desclasificación o desubicación de objetos en el espacio lleva a la falta de funcionalidad. Esto nos genera una mala sensación. El hecho concreto de no encontrar las cosas que buscamos, de que nos de pereza incluso pensar en buscarlas, nos produce una sensación de impotencia sobre nuestra vida. Ese reflejo también podemos notarlo en nuestro propio cuerpo, que en épocas malas puede llegar a estar desatendido, agarrotadado o debilitado por mala alimentación, poco descanso, ejercicio o higiene, hábitos tóxicos, etc. Las relaciones con los demás también pueden verse afectadas. Por lo tanto, todas las dimensiones de nuestro ser reflejan lo mismo: perdemos cierto control de nuestro cuerpo, mente, y emociones. Eso nos hace sentir mal, baja nuestra autoestima, estamos desconcentrados; y esto a su vez hace que aumente el caos a nuestro alrededor. Estrés y desorden son dos conceptos que se retroalimentan: DESORDEN < = > ESTRES / ABATIMIENTO El desorden produce estrés. El estrés produce desorden. Resultado: un círculo vicioso entre el malestar interior y el caos exterior. Por el contrario, cuando en nuestra vida sentimos cierta armonía y calma, tanto nuestro espacio mental-emocional como los espacios que habitamos, suelen estar mas organizados y nos es mas fácil seguir rutinas saludables. Cuidamos nuestro cuerpo, nuestro interior, y con ellos, nuestras estancias y las relaciones con los demás. Encontramos las cosas fácilmente, tomamos decisiones sin gran esfuerzo, etc. Esto nos aporta autoestima y nos lleva a una sensación de bienestar, de tener cierto control sobre nuestras cosas y nuestra vida. Practicamos el auto-cuidado de nuestros espacios, tanto interiores como exteriores. Estamos entonces en otro círculo, entre el bienestar y el espacio que habitamos. En este caso, el círculo es saludable y operativo. ORDEN INTERIOR < = > ORDEN EXTERIOR Conclusión: Cuando estamos perdidos y sabemos cómo mejorar nuestro ánimo, una manera de romper ese círculo dañino puede ser la orden-terapia: encuentra un momento de cierta calma y energía, y comienza por ordenar algo pequeño: un cajón, las especias de la cocina, tus productos del baño, etc: - clasifícalos por usos - deshazte de cosas que no te gustan, no te valen o están repetidas. - asigna para cada tipo de objeto su recipiente y lugar óptimo. Empezarás así a cuidar de tu entorno, lo que puede llevarte a una buena sensación de bienestar, de toma de control, empezando por algo pequeño. Quizá esto te anime a organizar espacios mayores. Habitar un espacio funcional y armónico, reconforta la mente y las emociones. Si lo intentas y no lo consigues, déjate ayudar por un organizador profesional: entendemos lo que te pasa, y sabemos cómo guiarte. Podemos ayudarte a liberarte de cosas que no te aportan, asesorarte en la adquisición de “elementos organizadores”, y enseñarte a ser organizado y mantener el orden. Leer mas: LA ACUMULACIÓN Y LAS EMOCIONES.