EL ORDEN EN LOS CAMBIOS VITALES. DESPUÉS DE TOCAR FONDO Uno de los puntos claves en mi experiencia como organizadora profesional, es observar el momento en el que está una persona cuando se decide a contactarme. Algunas veces es un momento en el que la persona necesita una ayuda práctica para ordenar o eliminar la acumulación de un espacio. Sin mas: una cuestión funcional. Pero en muchas ocasiones, cuando una persona contacta, está en un momento crucial a nivel vital y emocional. Por ejemplo ha pasado por una separación, una mudanza o la pérdida de un ser querido. Los psicólogos dicen que esas tres situaciones son las que producen mayor estrés y desánimo. Tras el impacto del cambio vital y enfrentarse a las dificultades que ese cambio les ha producido, la persona ha tocado fondo, y ya se empieza a encontrar más fuerte: empieza su proceso de recuperación. Se ha hecho consciente de sus límites y está en ese momento de querer empezar con determinación a mejorar su espacio y su nueva vida. Quizá ha intentado organizar sus cosas y no lo ha conseguido, pues le falta la energía o método. O bien no sabe cómo y por dónde empezar. Entonces piensa en dejarse ayudar para hacer el proceso más sencillo y rápido. A veces esta persona se siente con poca fuerza, tiene dudas respecto al proceso, pero... Ha pasado el punto de inflexión. ¡Está decidida y dispuesta a dejarse ayudar!. Uno de los pasos mas difíciles, ya está hecho. Es un privilegio encontrar a las personas en ese momento crucial. La empatía y la confianza mutua son fundamentales para empezar el proceso del orden. Por ello, en la primera visita empezamos con una charla informal en la que nos conocemos. Cada persona tiene un ritmo con el que puede empezar. Es importante conocer sus temores respecto al proceso, y respetarlos. En esa primera visita de reconocimiento también observamos en vivo las estancias en las que se quiere trabajar. Podemos determinar así juntas sus necesidades, objetivos prioritarios, método a seguir y tiempo estimado.
Se sabe que cada mente es capaz de controlar hasta un número de objetos; es decir, hasta un determinado número, sabemos lo que tenemos, y donde está. Esto se aplica a todo lo que manejamos: ropa, menaje, libros, recuerdos, productos, documentos, archivos digitales... Cuando vamos teniendo mas cosas de las que podemos manejar, se va creando una nebulosa molesta en nuestra mente. En esa nebulosa está la idea de objetos que: - no sabemos si tenemos o no - creemos que tenemos pero no sabemos dónde - creemos que tenemos, pero no sabemos si aún nos son útiles: documentos sin validez, ropa que no usamos, medicinas caducadas, aparatos obsoletos, libros y juegos de otras edades, menaje repetido o en desuso... la lista es innumerable. Es decir, el acumular no es inocuo: nos pasa factura: un espacio valioso de nuestra mente lo ocupa esa nebulosa de incertidumbre. En nuestro exterior, habitar espacios abarrotados y desorganizados puede producir un ruido mental producido por la sobre-estimulación visual de tantas cosas amontonadas. Este ruido mental habitualmente hace que perdamos capacidad de concentración y de claridad mental. Decídete a liberar tu espacio físico y por tanto mental, para ganar funcionalidad en tu espacio, y concentración en tu mente.
La madre de B. me llama, pues B. ya no atiende a sus repetidas peticiones para que ordene su cuarto. B. es una adolescente creativa y lista, cuya habitación es un caos absoluto. Ropa limpia y sucia, tirada por el suelo, caramelos esparcidos, escritorio abarrotado de papeles, maquillaje, cuadernos, libros, bisuteria, dispositivos, material de dibujo, recortes, armario abarrotado y revuelto... Es abril y hay riesgo de que tenga que repetir curso. En la primera sesión tenemos una charla en la que nos conocemos. B me cuenta su situación y yo le cuento en que puedo ayudarla. Nos ganamos la confianza mutua. Después fijamos objetivos concretos y empezamos a trabajar juntas: Escritorio : sustituimos su mesa (un tocador pequeño con espejo), por un amplio escritorio que encontramos en otra dependencia de la casa. En él va a poder estudiar cómodamente y tener espacio para dibujar, actividad que le encanta. Se encargan unos cajones y cajitas para colocar clasificadamente apuntes y material de papelería. Estantería : sacamos bolsas de libros que no le gustan y otros de otras edades, para donar. Los libros seleccionados se organizan por temática en las baldas. Descartamos objetos o recuerdos que ya no quiere, y organizamos en las baldas los objetos que le interesan: juegos, fotos, objetos bonitos, recuerdos, manualidades... Clasificamos y metemos en cajitas distintas lo referente a maquillaje, bisutería, dispositivos... dándole su lugar lógico según tamaño y cantidad. Armario : descartamos toda la ropa y calzado que claramente no quiere: no le gusta, no lo ha usado, talla incorrecta, lo tiene repetido, tejido molesto, no le favorece, ropa heredada que no usa... Descartamos perchas de dimensiones inapropiadas. Una vez descongestionado el armario, clasificamos por prendas, y por usos (deporte, playa...), hacemos otra selección y buscamos su mejor lugar en el armario. Damos uso concreto a cada cajón, usando cajas y separadores. En unas pocas sesiones la habitación de se ha transformado. B. sabe lo que tiene y donde está. Tiene un espacio despejado para estudiar, y una habitación bonita y despejada, donde poder concentrarse y disfrutar. “Me está empezando a gustar estar en mi habitación” me dice. B. consiguió aprobar el curso en el que estaba.